Cómo explicar el Alzheimer a niños y jóvenes: Consejos para padres, madres y educadores
Cada vez es más habitual que niños y niñas lleguen a convivir en algún momento de su infancia o juventud con un familiar con demencia. Normalmente un abuelo, abuela o incluso bisabuelos.
Hablar del Alzheimer (es la demencia con mayor índice de prevalencia) con niños y jóvenes puede parecer un reto difícil de acometer, pero con las palabras adecuadas y el enfoque
correcto, podemos ayudarles a entender esta enfermedad y, lo más importante, a acompañar
con empatía a sus seres queridos que la padecen.
En esta píldora formativa te ofrecemos
las pautas claras para abordar el tema en la infancia y juventud y afrontar el cuidado y la convivencia con una persona con demencia como una oportunidad de aprendizaje.
¿Cómo explicar qué es el Alzheimer?
IMPORTANTE: adapta la explicación a la edad. No es lo mismo hablar con un niño pequeño que con un adolescente, así que la clave está en adecuar el lenguaje.
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Para los más pequeños: Diles que el Alzheimer es una enfermedad que afecta a la memoria. Puedes usar una metáfora, como "Es como si los recuerdos de una persona estuvieran guardados en un cajón, pero a veces, las cosas que están dentro de ese cajón se pierden".
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Para los jóvenes: Explica que el Alzheimer afecta a las células del cerebro, llamadas neuronas, y por eso la persona puede olvidarse de cosas o comportarse de manera diferente. Puedes incluso mencionarles que se trata de una enfermedad neurodegenerativa y explicarles que el cerebro va perdiendo capacidades con el tiempo por muerte neuronal.
Es fundamental que entiendan que el abuelo o la abuela no lo hace a propósito. Insiste en que el Alzheimer (u otro tipo de demencia) es una enfermedad y por tanto los cambios que pueden ver en el comportamiento de esa persona no dependen de él o ella.
Cómo prepararles para los cambios de conducta
El Alzheimer y las demencias en general traen consigo cambios en el comportamiento que pueden resultar desconcertantes, no solo para niños y jóvenes, también para los propios adultos.
Ayudarles a entender y anticipar esas alteraciones de la conducta puede ayudar a reducir la confusión y hacerles más comprensivos y empáticos.
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Olvidos frecuentes: Diles que es posible que la persona se olvide sus nombres o de conversaciones recientes. Esto no significa que no les quiera, sino que su cerebro está teniendo dificultades para recordar.
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Cambios de humor: Explícales que, debido a la confusión que siente la persona con sus propios olvidos, puede estar más irritable, enfadada o triste. Recuérdales que no es algo personal ni voluntario.
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Repetición de preguntas: La repetición es muy habitual. Anímales a responder con paciencia y a no enfadarse si la persona les pregunta varias veces lo mismo o repite algo constantemente.
Educar en la empatía
Puedes preguntarles: "¿Como te sentirías si no pudieras recordar cosas importantes o si te perdieras en un lugar que conoces bien?"
Esto les ayudará a conectar con las emociones que la persona está experimentando. Además, puedes hacerles ver que, aunque la persona no recuerde cosas concretas, aún es capaz de sentir el cariño y la compañía. Y a veces, simplemente con estar presentes es suficiente.
Aprender a cuidar
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La paciencia y el cariño son las mejores herramientas que pueden ofrecer. Además del tiempo que compartan con estas personas, ya sean abuelos, abuelas u otras personas del entorno.
Tú mismo/a les puedes dar algunas ideas sobre lo que pueden hacer para cuidar a la persona que padece demencia:
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Escuchar y sonreír: A veces, una sonrisa es todo lo que necesitan las personas con Alzheimer y demencias. Aunque la conversación ni si quiera sea coherente, la conexión emocional entre abuelo y nieto (por ejemplo) sigue ahí.
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Mostrar paciencia: Explícale que es normal sentir frustración cuando oyes la misma historia o la misma pregunta repetida varias veces. Pero enséñales que lo importante es acompañar con cariño, sabiendo que la persona no es consciente de esas repeticiones ni puede controlarlas.
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Recordar lo positivo: Anímales a contarle a su abuelo o abuela historias felices, recuerdos familiares positivos, mirar fotos antiguas juntos o escuchar música reconocible. Aunque la persona no recuerde todo, esos momentos siguen teniendo un valor afectivo y existe una conexión neuronal.
Crear espacios para compartir
Es importante que los niños y jóvenes puedan hablar de lo que sienten, de lo que ven y expresen sus dudas o preocupaciones.
Como persona adulta que les acompañas, podrás crear un espacio en el que se sientan seguros para hacer preguntas. A veces, pueden sentir miedo o tristeza al ver los cambios que se producen en su abuelo o abuela. Y necesitan saber que está bien sentirse así y que no están solos.
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Escucha sin juzgar: Valida sus emociones, sea cual sea la reacción. Es normal que puedan sentirse frustrados, confundidos, tristes e incluso enfadados.
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Responde a sus preguntas: Aunque no siempre tengas todas las respuestas, es fundamental escuchar y tratar de explicar lo mejor posible adaptando las explicaciones a su edad, sus capacidades y su curiosidad. La sinceridad y la cercanía en este proceso son clave.
Aunque los cambios sean difíciles de aceptar y gestionar, es importante no olvidar los momentos felices compartidos con la persona.
Anímales a recordar las historias y anécdotas bonitas y a crear nuevas experiencias, aunque su abuelo o abuela no pueda recordarlas después. Esto ayudará a mantener una conexión emocional y un vínculo afectivo positivos.
Conclusión: se puede aprender a cuidar
Explicar el Alzheimer y la demencia a niños y jóvenes no tiene por qué ser complicado. Con las herramientas adecuadas, podemos fomentar en ellos comprensión, empatía y cariño.
Esto no solo les ayudará a vivir la situación de manera más positiva, también les estará brindando la oportunidad de aprender a cuidar. Además de fortalecer los vínculos afectivos y valorar a la familia.
Recuerda: los niños y jóvenes también necesitan apoyo en este proceso. Hacerles sentir que sus emociones son válidas y que ellos también pueden ofrecer apoyo, aunque sea solo con su presencia y acompañamiento, es fundamental para que afronten la enfermedad y el cuidado de forma sana y positiva.
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